Sonido Alma Antillana: la historia jamás contada de la “Furia de Izcalli” en La Mejormanía

La legendaria Furia de Izcalli, Sonido Alma Antillana, revela su historia, su dinastía Turral y cómo han mantenido 20 años de éxito en el mundo sonidero.

La legendaria Furia de Izcalli, Sonido Alma Antillana, revela su historia.
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Sonido Alma Antillana llegó a La Mejormanía para soltar la historia completa detrás de dos décadas conquistando barrios, pistas y corazones. Entre viajes de 8 horas por la sierra, noches enteras cargando bocinas y una dinastía que nació “entre cables”, el sonido más querido de Izcalli reveló cómo se convirtió en un fenómeno que no solo se escucha: se siente. Esta es la verdad detrás del legado que sigue creciendo con la nueva generación Turral.

El origen de un legado: más de 20 años de Sonido Alma Antillana

La visita de Sonido Alma Antillana a La Mejormanía con Adrián Sierra “La Bomba” dejó claro que su historia es de resistencia, familia y pasión. El proyecto nació cuando Carlos Turral decidió continuar el sueño que el suegro había dejado atrás al deshacer su antiguo sonido, Scorpions.

Sin equipo, sin apoyo y sin público seguro, Turral arrancó comprando su primer amplificador y tocando donde podía. No fue sencillo: la gente no los aceptaba, el equipo era limitado y la competencia era fuerte; sin embargo, el primer golpe de suerte llegó con unos XV años donde, con un reproductor de discos “caserito”, conquistaron a los asistentes. A partir de ese día, las contrataciones empezaron a caer una tras otra, al grado de trabajar cada ocho días sin descanso.

La nueva sangre: Hugo Turral toma la voz desde los 5 años

La continuidad del proyecto cayó naturalmente en manos de Hugo Turral, quien literalmente creció “entre cables y bocinas”. Desde los 5 años acompañaba a su papá a los eventos, dormido entre racks y cajas de cables, absorbiendo todo lo que veía.

A partir de 2016 comenzó a involucrarse más en lo tropical, dejando de lado la electrónica que tanto le gustaba. Con el tiempo desarrolló oído, estilo y presencia, hasta que llegó el día en que tomó oficialmente el micrófono del Alma Antillana: un 15 de septiembre que marcó el inicio de una nueva etapa.

Carlos Turral confesó que no confiaba del todo al principio; temía que fuera solo un juego. Pero al verlo competir al tú por tú con sonideros grandes, disipó todas las dudas. Hoy, Hugo representa la tercera generación del sonido y es una pieza clave para mantener vivo el legado familiar.

Giras extremas: ocho horas hacia la sierra y caminos entre milpas

El sonido ha salido del Estado de México para conquistar otras zonas, especialmente Puebla e Hidalgo. Una de las giras más duras fue precisamente en la sierra poblana, donde hicieron un viaje de ocho horas para llegar a un cumpleaños. La trayectoria era pesada, larga y complicada, pero lograron cumplir.

En Hidalgo vivieron una de sus experiencias más extremas: tuvieron que avanzar entre milpas, quitar piedras del camino y abrir paso con su propio camioncito para llegar al evento. Para la agrupación, estas anécdotas son la prueba del esfuerzo y el compromiso del staff, a quienes agradecen por acompañarlos “en las subidas y en las bajadas”.

Su estilo: la vieja escuela que nunca pasa de moda

El corazón de Sonido Alma Antillana está en la pista de baile. Su estilo bebe directamente de la vieja escuela sonidera: La Changa, Nuevo Mundo, Caribalí, Rolas Perla Antillana. Su misión es simple pero poderosa: poner a la gente a bailar sin importar el barrio, la fiesta o el público.

Se adaptan a lo que la gente pide, desde tardeadas hasta fiestas particulares, porque para ellos no hay público pequeño. Carlos lo resume en una sola frase que define toda su filosofía: “El público hace al sonidero, no hay grandes ni chicos”.

La agrupación trabaja con constancia, profesionalismo y pasión. Su meta es llegar a todos los barrios del país, y si por ellos fuera, seguirán hasta “que choque la combi”.

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