La reconocida influencer Jennifer Espinoza, popularmente conocida como Jlynsky23 o la "chica de los memes", abrió su corazón recientemente en una entrevista.
La entrevista, transmitida el jueves 14 de diciembre, arrojó luz sobre la vida de Jennifer, originaria de la Ciudad de México pero actualmente radicada en Querétaro. Aunque su fama en TikTok la ha destacado como una personalidad alegre y cómica, sus comienzos estuvieron marcados por una realidad mucho más sombría.
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Desde temprana edad, Jennifer experimentó el abandono por parte de su madre, quien, debido a razones laborales, decidió entregarla a sus padrinos. Aunque estos últimos eran responsables, el ambiente no estaba exento de desafíos, ya que el padrino era adicto a sustancias nocivas y la madrina fumaba en exceso.
"De dos a cinco años, me dejó con mis padrinos. Mi padrino se drogaba, y mi madrina fumaba mucho. Aun así, mis primeros años de infancia los tuve bien cimentados por los valores de ellos", compartió Jennifer.
A pesar de este entorno, la joven regresó a vivir con su madre, un periodo que marcó una etapa tumultuosa en su vida. Vivían en condiciones precarias en un cuartito de azotea, y los problemas no solo provenían de la falta de recursos, sino también de los malos tratos perpetrados por la pareja de su madre.
"Vivíamos en un cuartito de azotea, y los golpes ya no me preocupaban, sino el trato de otro tipo por parte de ese señor. Y comenzó la advertencia de decir, 'si no haces lo que yo te digo, te lanzo por la ventana', y era un tercer piso. Y a tu mamá la mató", relató Jennifer.
A pesar de los tratos que enfrentaba, Jennifer mantenía un vínculo afectivo con su madre. Se convertía en la cuidadora de esta última durante sus peores episodios, revelando una dinámica disfuncional y compleja entre madre e hija.
Jennifer también reveló que pasó dos años en un internado católico, donde aprendió habilidades diversas. Después de intentar regresar a casa de su madre sin éxito, terminó en un albergue por algunos meses. A los 17 años, vivió en casa de una enfermera como hogar sustituto, donde recibió apoyo para completar la secundaria e iniciar la preparatoria.
Aunque enfrentó falsas acusaciones que la llevaron a huir a los 20 años, Jennifer se independizó y construyó una vida en Toluca antes de trasladarse a Querétaro, donde encontró el amor y formó una familia.
Con el tiempo, Jennifer logró liberarse de este entorno tóxico y se sumergió en el mundo digital. Inicialmente participó en transmisiones de videojuegos en redes sociales antes de dar el salto al mundo de los contenidos digitales, donde encontró la fama y el éxito. Además, formó su propia familia junto a su esposo e hijo.
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La influencer compartió diversos momentos de su vida en redes, incluyendo episodios de malos tratos emocionales por parte de su madre. En respuesta, sus seguidores expresaron mensajes de apoyo y comprensión, reconociendo la fortaleza de Jennifer para superar su doloroso pasado.