Durante mucho tiempo, los videojuegos eran un entretenimiento vinculado a gente muy joven. Unos juegos para una etapa de la vida muy concreta, que se dejaban atrás al alcanzar la madurez. No todo el mundo vio venir un futuro (hoy, presente) en el que este sector ha superado un valor de mercado de 250.000 millones de dólares. En la actualidad, gracias al cambio generacional, la penetración del entorno digital y los juegos en los móviles, estos productos ya llegan a un público enorme, generando grandes cantidades de ingresos y con una enorme popularidad.
Desde que nacieron los videojuegos, hace décadas, aparecieron también las primeras competencias para averiguar quién era el mejor en este contexto. Eran juegos muy sencillos y unos enfrentamientos reducidos al ámbito universitario, el mismo lugar donde se estaban creando estas diversiones digitales. A medida que los videojuegos se fueron generalizando y llegaron a más lugares, también las competencias iban creciendo y se tornaban más comunes y con un seguimiento creciente.
Un nuevo estilo de competencias
Estos enfrentamientos pasaron a tener un nombre: los eSports. Y en los últimos 15 años ya son un espectáculo deportivo con increíbles audiencias, cercanas a los 600 millones de espectadores anuales. No sería justo reducir todo su éxito al crecimiento de los videojuegos. Existen más factores tras su auge. Uno de ellos tiene que ver con su formato.
Es mucho más atractivo para los jóvenes, porque incluye algo más que las competencias: tiene a unos presentadores populares en este ecosistema (los “Streamers”), se retransmite por las redes sociales (mucho más flexibles y participativas que la televisión tradicional) y añade presentaciones de videojuegos novedosos, música, etc.
Por otra parte, no existe una única competencia de eSports. Es decir, cada juego tiene sus propias ligas y torneos. Los aficionados pueden ser seguidores de algunos títulos y descartar otros, porque esos juegos no les atraen. Por tanto, se trata de una variedad capaz de incorporar a un público muy extenso. No existe un único perfil de seguidor de los deportes electrónicos, lo cual hace crecer, constantemente, este ecosistema.
Ganando popularidad
Otro elemento que ayuda a su éxito es la popularidad en aumento de sus jugadores y los equipos. Algunos de estos clubes, además, fundados por personajes famosos como futbolistas o ex deportistas de renombre. Se suelen centrar en los títulos más conocidos de este mundo
competitivo, como League of Legends, rey indiscutible de las audiencias mediante algunos torneos como “LOL Worlds” (en su última edición tuvo más de 6,4 millones de punta de espectadores).
Entre los equipos más populares del ecosistema actual también destacan las competencias de Valorant. Este “Shooter” desarrollado por Riot Games (creador de LOL) ha conseguido situarse entre los eventos de mayor audiencia y seguimiento en redes sociales y portales de pronósticos. En menos de 4 años ya ha superado a muchos títulos con una enorme trayectoria. Y es que Riot ha sabido coger el pulso, perfectamente, a esta nueva generación de espectadores.
Otros factores
Por supuesto, el avance la tecnología también ha colaborado en el crecimiento de los eSports. Por una parte, porque los juegos son cada vez más atractivos y dan más opciones para los enfrentamientos (por ejemplo, con las misiones y los mapas de los “Shooters”). Pero, también por las nuevas posibilidades en las retransmisiones, tanto para los organizadores como para los espectadores (con las nuevas redes de datos móviles, como el 5G, que permiten seguir los eventos en cualquier lugar y momento).
Y no podemos olvidar el desarrollo financiero de este ecosistema. Los ingresos publicitarios están elevando los eSports a niveles superiores a otros deportes, porque los anunciantes han descubierto que son la vía de acceso a un “Target” de público muy atractivo. Cada vez son más las marcas de prestigio internacional que actúan como patrocinadoras de equipos, competencias y ligas. Y estos ingresos sirven a los organizadores para promocionar sus eventos y para datarlos de mayor espectacularidad.
En definitiva, un fenómeno que sigue creciendo y que va camino de convertirse en un duro competidor para algunos de los deportes tradicionales más exitosos. Aún está lejos del fútbol, pero ya está superando a otras disciplinas. Incluso el Comité Olímpico Internacional ha dado los primeros pasos para incluirlo entre sus competencias oficiales. Todo parece indicar que no existe límite para estos espectáculos; al menos, a corto plazo.