El pasado 25 de octubre de 2023, a las 00:25 horas, el huracán Otis, de categoría 5, tocó tierra en las costas de Acapulco, dejando a su paso una estela de destrucción en uno de los destinos turísticos más emblemáticos de México. Ocho meses después, otra amenaza se cierne sobre el país: el huracán Beryl, que está a punto de entrar a la península de Yucatán.
¿Cómo Afectó el Huracán Otis a Acapulco?
El 25 de octubre de 2023, el huracán Otis dejó a Acapulco en ruinas. La ayuda humanitaria tardó entre dos y tres días en llegar, y no fue sino hasta dos semanas después que los esfuerzos por restablecer las comunicaciones comenzaron a dar frutos, gracias a la cooperación entre empresas privadas y entidades gubernamentales.
En ese momento, era imposible encontrar un rincón que no mostrara signos de la devastación causada por este fenómeno. Sin embargo, en el malecón el dolor y la desesperación se sienten más intensamente. Aquí, familiares de trabajadores de barcos desaparecidos tras el impacto del huracán esperaban noticias de sus seres queridos.
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Mujeres Esperan la Llegada de sus Familiares en la Orilla del Mar
El malecón, que solía estar lleno de turistas, se convirtió en el punto de reunión de las familias de los trabajadores desaparecidos. Según cifras oficiales, el huracán Otis dejó un saldo de 46 muertos y 56 personas en paradero desconocido. Eran principalmente mujeres quienes, desde la mañana hasta el anochecer, permanecían en el malecón esperando novedades sobre sus familiares.
Cada día, estas mujeres esperaban con la esperanza de que alguien traiga noticias de algún herido en el hospital o, en el peor de los casos, de que un nuevo cuerpo encontrado en el agua pueda poner fin a su incertidumbre. Se apoyaron mutuamente y, de algún modo, se sintió más cerca a sus familiares al estar en la zona donde trabajaban y donde, como en cada tormenta, debían pasar la noche en los barcos para cuidarlos.
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Historias de Dolor y Esperanza
Epifanio García, conocido como Felipe, de 43 años, es uno de los desaparecidos. Marinero con más de dos décadas de experiencia, trabajaba en una lancha de fondo de cristal, ganando no más de US$40 a la semana. La noche del huracán, recibió un pago extra de 200 pesos mexicanos por trabajar, pero no regresó. Su esposa, Rosario Campos, mantuvo la esperanza de que estuviera en algún hospital, inconsciente y sin poder comunicarse. Sin embargo, no le permitieron verificar si estaba entre los heridos en la base naval.
Azucena Ochoa también esperaba noticias de su sobrino, Mauricio Bibiano, capitán de una embarcación a sus 22 años. Azucena clama por ayuda gubernamental para buscar en el mar, pero lamenta que las autoridades no hayan enviado embarcaciones para la búsqueda.
Elizabeth Rodríguez, madre de Brian Jiménez, un marinero de 22 años, se aferró a la esperanza de que su hijo siga con vida, ya que su nombre apareció en la lista de personas atendidas en un hospital. Sin embargo, al salir del hospital, no se supo más de él.
"Él va a regresar. Tiene que regresar porque nos dio una esperanza al aparecer tras el huracán en el hospital y dar su nombre. Va a regresar, no me puede fallar", dice entre lágrimas una madre que esperó cada día en el malecón, pidiendo al mar que devuelva a su hijo.