Un estudio científico publicado en PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) ha revelado que el rostro de una persona tiende a evolucionar para adaptarse a su nombre. Dicha investigación fue dirigida por el Dr. Yonat Zwebner, el Dr. Moses Miller y el Prof. Jacob Goldenberg de la Escuela de Negocios Arison de la Universidad Reichman.
En esta investigación donde participaron también Noa Grobgeld y la profesora Ruth Mayo de la Universidad Hebrea, se le pidió a niños de entre 9 y 10 años que relacionaran distintos rostros de personas adultas con nombres. El mismo procedimiento fue aplicado con un grupo de adultos participantes.
Los rostros de las personas se adaptan a los nombres
Los resultados de este estudio indicaron que tanto los niños como los adultos asociaron de manera correcta los rostros de las personas con sus nombres correspondientes. En este sentido, los expertos buscaron determinar si los padres eligen el nombre de un bebé basándose en lo que parece adecuado para su apariencia.
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Pero también buscaron comprobar si el proceso es al revés: si con el paso de los años, la apariencia de la cara de una persona cambia para coincidir con el nombre que le dieron sus padres. Estos fueron los resultados:
- Los participantes relacionaron correctamente los rostros de los adultos con sus nombres correspondientes.
- Los participantes no pudieron hacer dichas asociaciones con rostros y nombres de niños.
- Un sistema de aprendizaje automático (en otra etapa del estudio) se basó en una base de datos de imágenes de rostros humanos. El ordenador reconoció que los rostros de adultos con el mismo nombre, eran significativamente más similares entre sí que los rostros de adultos con nombres diferentes. Sin embargo, no se encontró un dato significativa entre niños con el mismo nombre y niños con nombres diferentes.
Resultado final de la investigación acerca del rostro de un persona y su nombre
El equipo de investigadores concluyó que la similitud entre la cara de una persona y su nombre es el resultado de una profecía autocumplida. Esto significa que la apariencia facial cambia a lo largo del tiempo para alinearse con los estereotipos sociales asociados a ese nombre.
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Estos estereotipos se pueden originar de diversas maneras. Una de ellas puede ser porque el nombre está vinculado a una figura famosa. Otra de ellas se asocia a las connotaciones de un nombre bíblico. De esta manera, la conclusión del Dr. Yonat Zwebner ha sido interesante y relevante para la ciencia:
“Hemos demostrado que los constructos sociales, o estructuraciones, existen. Algo que hasta ahora ha sido casi imposible de comprobar empíricamente. La estructuración social es tan fuerte que puede afectar la apariencia de una persona”.